Los educadores debemos reflexionar sobre los jóvenes actuales: mientras las sociedad los descalifica y no los emplea, existen muchos “empleadores” listos a recibirlos: la delincuencia, la mafia y la guerrilla.
¿Sí estamos haciendo nuestro papel? ¿O también somos descalificadores y excluyentes?
Ospina habla de la educación como “un gran proyecto colectivo para aprender oficios, desarrollar destrezas, estimular talentos, fortalecer vocaciones, para propiciar liderazgos y volver la vida una aventura creadora”.
Rechaza la “educación ultratecnificada y ultracostosa” que tiende a “convertir a sus beneficiarios en gente mejor que el resto”.
Esta es mi constante angustia: ¿No será que con este esquema del que somos cómplices, estamos graduando a muchos, pero educando a muy pocos?
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